La escalada del dólar libre a un valor superior a los $200, una inflación que se prevé que sea en todo el 2021 de alrededor del 50%, la gran presión impositiva, incertidumbre y los ruidos políticos, llevan a que las pymes deban mirar muy de cerca la coyuntura nacional, para poder recalcular sus planes de inversión y crecimiento.
En especial, son varias las pequeñas y medianas empresas a las que les está afectando el cepo cambiario, donde existen algunas trabas a las importaciones y donde también se debe vivir con una distorsión (o brecha) de precios que supera el 100% entre el tipo de cambio mayorista y el blue.
En el caso de importación de insumos, la queja generalizada es que, en determinados casos, se torno engorroso poder destrabar envíos del exterior de partes y materias primas que son fundamentales para determinadas industrias.
A ello se le agrega un hecho no menor, que es un contexto mundial enrarecido, en el que también se evidencia desabastecimiento de determinados componentes en distintas zonas del planeta por la lenta normalización de la actividad como intento de salida de la pandemia.
Algo que se ve agravado por los altos costos energéticos en distintas partes del mundo, y distintos conflictos vinculados a trabas logísticas, que elevan de forma preocupante a los precios internacionales.
En definitiva, entre hechos domésticos y mundiales se generó un combo “explosivo” para las pymes, donde se complica o demora la llegada de insumos. Y, además, los costos crecen a niveles preocupantes.
A futuro, a nivel interno la Argentina necesita fijar un consenso respecto al rumbo económico que desea seguir, con reglas de juego claras y condiciones que les permita a las pequeñas y medianas empresas estabilizarse y tener previsibilidad a mediano y largo plazo para poder crecer, consolidarse y generar valor.
Y, sobre todo, para poder mirar al comercio exterior. Un aspecto clave para ampliar volumen productivo, generar dólares y poder llevar tranquilidad cambiaria al país.-