No deberíamos pensar el inicio de un emprendimiento a partir de la base del dinero que quisiéramos obtener del mismo.
Debemos descubrir cuál es nuestro talento oculto, aquello que hacemos bien, lo que los demás admiran de nosotros, lo que nos da satisfacción cuando lo llevamos a la práctica. Ese es nuestro talento oculto y lo que nos va a hacer mejores emprendedores.
Pero, ¿cómo se descubre ese talento?
Las preguntas son variadas pero apuntan al mismo objetivo: ¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre? ¿Si pudieras retomar algo que hacías de chico y abandonaste, lo reiniciarías? ¿Qué te gustaría hacer si fuese el último día de tu vida?
En resumidas cuentas, ¿cuáles sentís que son tus fortalezas? ¿En qué te dicen los demás que sos bueno? ¿Qué te emociona en la vida? Qué te gusta hacer y podrías hacerlo gratis?
Estas preguntas hacen que las personas pongan un stop, frenen, y realicen un trabajo de introspección para encontrar las respuestas.
Un empresario del rubro inmobiliario nos comentaba que su negocio marcha bien económicamente, pero se aburre. Dijo que siendo más joven desarrollaba juegos.
¿Por qué no volver a hacerlo en forma paralela a su negocio actual? Si bien tiene un negocio con el que lucra, también tiene un talento que no explota, que podría desarrollar y, más tarde, monetizar para llegar a ganar dinero y ser feliz.
Es cierto que solo siguiendo estas preguntas no se descubra ese talento, el artífice de nuestro negocio, pero lo encaminan. Eso sí, hay que diferenciar un hobby de una pasión.
Puede ser que nos guste tocar la guitarra y cantar con amigos durante un asado e, incluso, puede ser que lo hagamos muy bien y nos aplaudan; pero no quiere decir que necesariamente sea un talento que sirva para ganar dinero y vivir de él. Esto es un hobby
Por otra parte, una niña que estudia canto cinco veces por semana, que tiene sus propios equipos de música, que sigue una nutrición especial para sus cuerdas vocales, entre otras cosas, no lo hace solo porque le gusta. Lo hace porque piensa dedicarse a eso de manera profesional, porque dice que quiere ser cantante. Esto es una pasión.
A lo que nos gusta le ponemos disciplina, perseverancia, dedicación, lo que sea vamos a hacer para diferenciarnos entre los demás.
¿Puede fallar? Si, claro.
El deseo como impulso a emprender
Hay casos donde se detecta ese talento buscado, pero la persona no cuenta con el deseo necesario para hacerlo marca, para llegar a convertirlo en un negocio.
Más allá del talento oculto tiene que existir ese deseo, que es el punto de partida para el desarrollo de un negocio, de un emprendimiento.
Uno debe convencerse y decir: “Este 2022 tengo que romperla”, “tengo que sumar tantos clientes”, etc. Hay una vocación interior de crecimiento.
El problema no es no descubrir un producto, un talento; el problema es no tener el deseo real de progresar.
Contra el deseo suelen aparecer pensamientos limitantes, destructivos, como puede ser la forma en la que fuimos criados de niños o el decir “soy pobre pero honesto”.
La clase política misma suele ser generadora de creencias limitantes ya que los subsidios son limitantes, los planes sociales son limitantes; son apagadores de deseos.
Debemos pensar y respondernos: ¿Qué tiene de malo ser millonario? Vivimos en una sociedad donde está mal visto ganar dinero, donde la gente le tiene más miedo al éxito que al fracaso. Donde los deseos se apagan.
Así, debemos enfocar nuestro interior para luego transformar nuestro exterior y lograr los objetivos, las metas planeadas, para llegar a cumplir ese deseo que tanto anhelamos; sabiendo que no está mal ganar dinero ni tratar de ser ricos, que es un sentimiento sano y movilizante.-
(*) Especialista en Educación Financiera y Emprendedurismo.